Horacio de la Cruz S.
Sheinbaum ante los aranceles de Trump: ¿estrategia o vulnerabilidad?

La presidenta Claudia Sheinbaum ha decidido no entrar en una guerra comercial con Estados Unidos ante la ola de aranceles que amenaza a sectores fundamentales de la economía mexicana. En su lugar, apuesta por el fortalecimiento interno con el Plan México. La falta de medidas inmediatas plantea dudas sobre la efectividad de su estrategia.

Horacio De la Cruz S.

|@Region_Global

El gobierno de México enfrenta una encrucijada comercial que podría redefinir su relación económica con Estados Unidos. Donald Trump, en su regreso a la presidencia, ha decidido reactivar su política de aranceles proteccionistas, apuntando directamente a industrias fundamentales para México. Con medidas que incluyen un 25% de aranceles al acero y aluminio mexicanos, además de nuevos impuestos a los vehículos fabricados fuera de EE.UU., el país enfrenta una presión económica sin precedentes. La respuesta de Claudia Sheinbaum es clara: evitar represalias directas y fortalecer la economía interna.

En conferencia de prensa, la presidenta descartó responder con medidas espejo, es decir, no impondrá aranceles a productos estadounidenses en respuesta a los gravámenes que podría anunciar la Casa Blanca. En cambio, Sheinbaum subrayó que la mejor respuesta será a través de un programa de fortalecimiento económico que impulse sectores estratégicos como la industria automotriz y la manufactura especializada.

“Vamos a ver cuál es el anuncio que da. Nosotros tenemos un plan de fortalecimiento de la economía en cualquiera de las circunstancias: el Plan México, y ahora lo vamos a fortalecer más. No somos negativos”, declaró la mandataria.

El enfoque de Sheinbaum evita una confrontación directa con Washington, lo que podría interpretarse como una estrategia pragmática para no escalar el conflicto. México depende en gran medida de su comercio con EE.UU., con más del 80% de sus exportaciones dirigidas a ese mercado. Una respuesta agresiva podría llevar a un endurecimiento adicional de las políticas comerciales estadounidenses.

El *Plan México*, anunciado en enero de este año, pretende que el país pase de ser la economía número 12 a la décima a nivel global. Sus objetivos incluyen elevar la inversión respecto al PIB al 25% en 2026 y al 28% en 2030, además de la creación de 1.5 millones de empleos en manufactura especializada. También contempla incentivos para la inversión extranjera y el desarrollo de sectores estratégicos, todo con un enfoque de sostenibilidad ambiental.

Sin embargo, el plan enfrenta críticas. Si bien sus objetivos son ambiciosos y de largo plazo, en el corto plazo no ofrece soluciones inmediatas para las empresas afectadas por los aranceles. La industria automotriz mexicana es una de las más vulnerables a las tarifas impuestas por EE.UU., y aunque el T-MEC ofrece ciertas exenciones, el impacto podría ser significativo.

Aunque la diplomacia comercial de Sheinbaum puede ser una estrategia para evitar represalias más severas, también podría interpretarse como una postura vulnerable. Trump ha impuesto aranceles no sólo por razones económicas, sino también como una herramienta de presión política. Los nuevos gravámenes no solo afectan el comercio, sino que también se vinculan a temas como la migración y el tráfico de fentanilo, áreas en las que EE.UU. busca mayor cooperación de México.

Hasta ahora, México ha sido objeto de cuatro tipos de aranceles: el 25% sobre acero y aluminio, el 25% sobre la industria automotriz, los aranceles generales a nivel global y los de castigo por temas migratorios y de narcotráfico. Sin una respuesta contundente, la administración de Sheinbaum podría quedar en una posición de debilidad ante futuras decisiones de la Casa Blanca.

Si el Plan México logra atraer inversión, fortalecer la industria y generar empleo, podría ser una solución efectiva para reducir la dependencia de EE.UU. Sin embargo, su éxito dependerá de su ejecución y de cómo enfrente los retos actuales. Las empresas afectadas necesitan medidas concretas e inmediatas, y la falta de una estrategia clara a corto plazo genera incertidumbre.

La respuesta de Claudia Sheinbaum es prudente y diplomática, pero deja abiertas muchas preguntas sobre la capacidad del gobierno para mitigar los efectos inmediatos de los aranceles. La verdadera prueba será si el Plan México puede traducirse en resultados tangibles antes de que el impacto económico se haga sentir con fuerza.