Las criptomonedas sufrieron un desplome al iniciar la semana en Asia, reflejando una clara aversión al riesgo en los mercados financieros y encendiendo alarmas sobre la estabilidad del sector.
Mexconomy - El Bitcoin registró una pérdida del 7 % desde la noche del domingo hasta la mañana del lunes en Singapur, alcanzando un mínimo de $77,077. Ether, la segunda criptomoneda más importante, cayó hasta los $1,538, nivel no visto desde octubre de 2023. Estos retrocesos no solo afectaron a los inversores individuales, sino que también pusieron en jaque a las plataformas de intercambio y las estrategias financieras ligadas a estos activos.
El desplome se alineó con la caída de los principales índices bursátiles, arrastrados por la creciente preocupación sobre el impacto de los aranceles impuestos este miércoles por el presidente Donald Trump. Ethereum sufrió un descenso aún mayor, perdiendo más del 9 % de su valor, mientras que otras criptomonedas experimentaron pérdidas de entre 1 % y 12 %. La volatilidad en el mercado criptográfico refleja no solo la incertidumbre económica global, sino también la creciente correlación de estos activos con los mercados tradicionales, desmintiendo la idea de que funcionan como refugios financieros independientes.
Al cierre del viernes, el S&P 500 retrocedió un 5,9 %, el Nasdaq cayó 5,8 % y el Dow Jones perdió 5,5 %. En conjunto, las acciones estadounidenses registraron su peor caída desde marzo de 2020, cuando la pandemia de Covid-19 sacudió los mercados. Esto refuerza la hipótesis de que el sentimiento negativo en los mercados bursátiles impacta directamente en los activos digitales, eliminando la supuesta resistencia del ecosistema cripto a crisis financieras tradicionales.
Expertos atribuyen este colapso al temor de los inversores ante una escalada en la guerra comercial, que podría reducir beneficios empresariales y frenar el crecimiento económico. Además, la caída de Bitcoin y otras criptomonedas plantea serias dudas sobre su capacidad de recuperación frente a escenarios de incertidumbre, lo que podría derivar en una menor adopción institucional y un reajuste en su valoración a largo plazo.
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