Beijing impone nuevas regulaciones que afectan directamente a los fabricantes de chips estadounidenses, obligándolos a replantear su estrategia global y amenazando la hegemonía tecnológica de Estados Unidos.
Mexconomy - La guerra comercial entre China y Estados Unidos, escala a una guerra abierta por la supremacía tecnológica. El gobierno de Beijing anunció este viernes una serie de regulaciones que elevarán los aranceles a los semiconductores fabricados en territorio estadounidense. La medida impacta de lleno en gigantes como Intel y Global Foundries, que dependen del acceso al mercado chino, donde se ensambla la mayor parte de la electrónica mundial.
Desde hace años, Washington ha intentado frenar el ascenso tecnológico de China con restricciones a la exportación de chips avanzados y limitaciones en la venta de equipos de litografía. Beijing responde ahora con una estrategia más directa: presionar a los fabricantes estadounidenses con barreras arancelarias que podrían hacer inviable su presencia en el mercado chino.
El efecto inmediato de esta decisión podría ser un replanteamiento de la producción. Si el acceso a China se vuelve más costoso para los fabricantes de EE.UU., trasladar las fábricas fuera del país podría ser la única alternativa viable. Empresas como TSMC y Samsung, con plantas en países como Taiwán y Corea del Sur, quedan en una posición privilegiada, ya que podrían seguir abasteciendo el mercado chino sin enfrentar las nuevas tarifas.
Además, esta medida podría acelerar la fragmentación de la cadena global de suministros tecnológicos. La Administración Biden impulsó la CHIPS Act para incentivar la producción de semiconductores dentro de EE.UU., pero si los aranceles chinos desincentivan la manufactura en territorio estadounidense, bajo la administración Trump el plan podría perder efectividad.
La pregunta clave es si esta política logrará desacelerar a la industria de chips estadounidense o si, por el contrario, provocará un mayor impulso hacia la independencia tecnológica de Washington. Mientras tanto, China avanza en el desarrollo de sus propios semiconductores, apoyando a empresas como SMIC, que ya ha logrado producir chips de 7 nm pese a las sanciones.
Lejos de ser un simple ajuste arancelario, esta decisión representa un nuevo punto de inflexión: Es la guerra por el liderato de la tecnológica global. Las empresas de chips deberán elegir entre absorber los costos o modificar su producción, mientras los gobiernos de ambos países siguen trazando líneas cada vez más delgadas en la batalla por el dominio tecnológico.
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