La decisión de Pekín de frenar el envío de metales e imanes de tierras raras sacude la cadena global de suministros estratégicos. Es la respuesta directa de China al paquete arancelario impuesto por la administración Trump. La industria punta estadounidense está en serios problemas.

Mexconomy - La escalada comercial entre Estados Unidos y China ha entrado en una fase decisiva. En un estrategua que amenaza con desestabilizar industrias clave en todo el mundo, Pekín ha suspendido las exportaciones de minerales críticos e imanes esenciales para sectores como el automotriz, aeroespacial, de semiconductores y defensa.

La medida fue anunciada tras el drástico aumento de aranceles decretado por el presidente Donald Trump a principios de abril. En respuesta, el 4 de abril, el gobierno chino impuso controles a la exportación de seis metales pesados de tierras raras y sus imanes derivados, los cuales representan el 90 % de la producción mundial y cuya refinación ocurre casi en su totalidad dentro del territorio chino.

Los efectos son inmediatos: los embarques se han detenido en numerosos puertos, mientras las autoridades chinas diseñan un nuevo sistema de licencias de exportación. Este sistema, aún sin estructura clara, ha generado incertidumbre en los mercados internacionales. Ejecutivos de grandes fabricantes temen que las demoras se extiendan por semanas o meses, con consecuencias que podrían paralizar plantas de producción enteras.

Los imanes de tierras raras son insustituibles en la fabricación de motores eléctricos de alta eficiencia. Su aplicación va desde automóviles eléctricos y drones hasta robots industriales y misiles de precisión. La interrupción en su suministro afecta particularmente a contratistas militares estadounidenses, que podrían quedar excluidos de futuras licencias chinas por motivos geopolíticos.

En Detroit y otras zonas industriales, la incertidumbre ya se traduce en planes de contingencia. Algunas compañías cuentan con reservas que les darán un margen de maniobra limitado, pero otras podrían enfrentar interrupciones en cuestión de semanas. La dependencia global de China en este segmento estratégico se revela ahora como una vulnerabilidad crítica de EE.UU..

Con la guerra comercial transformándose en una batalla por el control de los recursos tecnológicos del futuro, la suspensión de exportaciones por parte de Pekín no solo marca una escalada económica, sino un movimiento geoestratégico que podría redefinir la relación entre ambas potencias.