El crecimiento económico de China no sólo ha resistido los embates de la guerra comercial con Estados Unidos, sino que es el resultado de una transformación histórica que convirtió a un país agrario en una potencia manufacturera. En el primer trimestre de 2025, su PIB alcanzó los 18.36 billones de dólares.
Mexconomy - La economía china ha recorrido un camino vertiginoso desde mediados del siglo XX. En 1960, su producto interno bruto era de apenas 0.06 billones de dólares. Durante décadas, el país permaneció aislado del comercio internacional. Pero a partir de las reformas económicas iniciadas a finales de los años setenta, China comenzó un proceso de apertura que alteraría el equilibrio económico mundial.
En 1970, el PIB apenas había crecido hasta los 0.10 billones. Sin embargo, para 1980 ya alcanzaba 0.30 billones, una señal temprana de transformación. En 1990 llegó a los 0.39 billones, y en 2000 superó el umbral de los 1.21 billones. A partir de ese punto, el ascenso fue exponencial: en 2010 el PIB se multiplicó por cinco, alcanzando los 6.1 billones.
La siguiente década consolidó su salto a la élite económica global. En 2020, China ya generaba 14.7 billones de dólares, y para 2023 había alcanzado los 17.5 billones. En 2024, de acuerdo con datos verificados, la economía china cerró el año con un PIB de 18.36 billones.
Ahora, en el primer trimestre de 2025, la Oficina Nacional de Estadística informó que el crecimiento fue del 1.2 % con respecto al trimestre anterior. Si se mantiene esta tendencia, el país cerraría el año con una tasa anualizada de 4.9 %. Además, la producción fue 5.4 % mayor que en el mismo periodo del año pasado.
Pero la sostenibilidad de ese crecimiento está bajo presión. La guerra comercial con Estados Unidos ha escalado, con aranceles de hasta 145 % impuestos por la administración Trump desde abril. Las exportaciones se habían disparado en marzo —subieron 12.4 % interanual—, ante el temor de nuevas restricciones. Sin embargo, algunas fábricas ya han comenzado a cerrar, y se prevé una caída en las exportaciones para el resto del año.
Frente a estos desafíos, Beijing ha apostado por fortalecer el consumo interno. Se han otorgado subsidios directos a los hogares para adquirir productos nacionales, incluidos automóviles eléctricos. Además, la inversión en manufactura aumentó un 9.1 % interanual, y en infraestructura un 5.8 %. La inversión inmobiliaria, en cambio, cayó 9.9 %, revelando un sector aún en contracción.
“Los aranceles van a suponer un obstáculo para el crecimiento económico, pero los responsables políticos encontrarán la manera de compensar este retroceso en las exportaciones”, aseguró Zhu Ning, vicedecano del Instituto Superior de Finanzas de Shanghái.
El milagro económico chino sigue en marcha, pero el rumbo de los próximos años dependerá de su capacidad para reinventarse frente a las presiones externas. La historia reciente ha demostrado que sabe hacerlo.
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