La guerra comercial entre Estados Unidos y China escala a niveles sin precedentes con la imposición de nuevos aranceles del 84% por parte de Pekín.
Mexconomy - En una respuesta contundente a las recientes medidas de Washington, el Ministerio de Finanzas de China anunció el miércoles que elevará los aranceles a todas las importaciones estadounidenses en un 84%. La decisión, que entra en vigor este jueves, iguala el 50% impuesto por el presidente Donald Trump el martes, además de sumarse a los aranceles del 34% acordados previamente por ambas naciones.
Durante casi medio siglo tras la muerte de Mao, Estados Unidos y China parecían encaminados hacia una integración económica creciente, al punto de que analistas acuñaron el término "Chimérica" para describir su interdependencia. Sin embargo, los lazos comerciales se han ido debilitando, particularmente desde la guerra comercial iniciada por Trump en su primer mandato. A pesar de ello, las empresas han sorteado las restricciones mediante el ensamblaje de productos en países como Vietnam y México, lo que ha permitido la llegada de mercancía a EE.UU. con aranceles reducidos.
Los nuevos aranceles han llevado la disputa a un punto crítico. Las tasas prohibitivamente altas amenazan con interrumpir cadenas de suministro clave, afectando tanto a fábricas chinas como estadounidenses. La ofensiva de Trump no solo impactó a China, sino que también golpeó a múltiples aliados estratégicos, incluyendo Corea del Sur, Japón y la Unión Europea.
La estrategia de Pekín no se limita a los aranceles. El Ministerio de Comercio chino anunció controles de exportación sobre 12 empresas estadounidenses y añadió seis más a su lista de "entidades no fiables", restringiéndoles el acceso al mercado chino. Esta medida, que afectará principalmente a industrias tecnológicas y energéticas, eleva la presión sobre Washington.
El impacto de estas acciones no solo afecta a las dos potencias. La Cámara de Comercio de la Unión Europea en China alertó que la nueva política de aranceles podría desestabilizar a empresas extranjeras con inversiones en China, en particular a aquellas que dependen de insumos estadounidenses como semiconductores. Jens Eskelund, presidente de la Cámara, advirtió que algunas compañías podrían verse obligadas a trasladar su producción fuera de China. Sin embargo, la incertidumbre generada por los aranceles de Trump a otros países complica la búsqueda de alternativas viables.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, indicó que EE. UU. no planea ceder tras las nuevas represalias de China contra los aranceles del presidente Trump. "Son el país con superávit", declaró Bessent en Fox Business. "Sus exportaciones a EE. UU. quintuplican nuestras exportaciones a China. Entonces, pueden subir sus aranceles, ¿y qué?".
Pero Bessent también pareció ofrecer una posible vía de escape a China. "Un paso muy positivo con China sería reconocer que los precursores químicos del fentanilo provienen de China", afirmó. "Llegan a Norteamérica y luego se venden a EE. UU."
Con ambas potencias atrincheradas en una escalada comercial sin precedentes, la estabilidad del comercio global enfrenta una de sus mayores pruebas en décadas.
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